Fragilidad y presbiacusia

Envejecimiento y necesidades de las personas mayores: estrategias sanitarias para un envejecimiento saludable

ISBN: 978-84-09-305445

Jaime Marco, Antonio Morant

Deterioro cognitivo

La hipoacusia o discapacidad auditiva representa una condición prevalente en la población, afecta alrededor de 360 millones de personas en todo el mundo, determinando distintos niveles de discapacidad que van desde el aspecto físico hasta lo social y psicológico. Se espera que la incidencia y prevalencia de la hipoacusia aumente en forma importante en los próximos años debido al fenómeno de transición demográfica que se experimenta a nivel mundial1.

Por pérdida de audición discapacitante se entiende una pérdida de audición superior a 40 dB en el oído con mejor audición en los adultos, y superior a 30 dB en el oído con mejor audición en los niños. Actualmente, un 80% de la población con discapacidad auditiva pertenece a países en desarrollo, de bajos y medianos ingresos. Sin duda alguna la hipoacusia representa un verdadero desafío para la salud pública, ubicándola como el déficit sensorial más frecuente en poblaciones humanas1.

Aproximadamente una tercera parte de las personas mayores de 65 años padece pérdida de audición discapacitante2.

La comunidad científica ha propuesto tres teorías distintas para explicar la asociación entre hipoacusia y envejecimiento:

La primera por medio de estudios neurofisiológicos, apoyados en la neuroimagen, que utilizan el concepto de sobrecarga cognitiva refiriéndose a la actividad cerebral necesaria para entender y reconocer una voz, aunque la plasticidad neuronal es capaz de compensar cualquier declive en la memoria funcional (working memory), la audición y la organización neuronal, incluso en adultos.

La segunda es que el aislamiento social y la depresión provocadas por el déficit auditivo provocan una percepción negativa de la propia salud y una disminución en la actividad diaria.

La tercera es que el papel del sistema nervioso central y periférico debido al envejecimiento pueden alterar las sinapsis y la anatomía del sistema nervioso central

Estas tres teorías no se excluyen, sino que tienden a superponerse e influir en la situación clínica general de cada individuo. Las consecuencias de todo lo anteriormente descrito promueven una desorganización neuronal irreversible desencadenando un deterioro en la capacidad de comprender el lenguaje hablado. Otros problemas específicos como las enfermedades cardiovasculares, la enfermedad de Alzheimer y otras comorbilidades y estancias hospitalarias prolongadas pueden precipitar esta tendencia (Figura 1).

Figura 1. Diagrama que explica el efecto del deterioro sensorial sobre el sistema nervioso central y las enfermedades que le afectan.

De media los individuos con hipoacusia necesitan unos 7.7 años para alcanzar un deterioro cognitivo que alcanza 5 puntos en el test 3MS (un test aceptado como indicador del nivel del deterioro cognitivo) por 10.9 que precisan para alcanzar ese nivel cuando se trata de normo-oyentes3,4.

Los resultados de Lin4-5 son consistentes con publicaciones previas que demuestran la asociación entre una hipoacusia más severa y una función cognitiva más pobre tanto en test cognitivos verbales como en los no verbales6.

Varios mecanismos pueden estar teóricamente implicados en la asociación entre hipoacusia y cognición. Una comunicación verbal pobre asociada a hipoacusia puede llevarnos a error en los tests cognitivos, además en los individuos con deterioro cognitivo subclínico puede sobreestimarse la hipoacusia. Las dificultades de comunicación raramente ocurren debido a la hipoacusia (salvo si es de grado severo) y es dudoso que dificulte la comunicación cara a cara en entornos silenciosos (ie durante la realización de tests cognitivos) particularmente si los llevan a cabo personas experimentadas7. Para Lin sus resultados son consistentes tanto en los tests verbales (3MS) como no verbales (DSS)

Los trabajos pioneros de Lin4, 8 y de Amieva9 sugieren que la población de adultos mayores que presentan una pérdida auditiva no atendida adecuadamente, son más susceptibles de desarrollar deterioro cognitivo de diversas clases. Las personas con pérdida de audición leve, moderada y severa, son respectivamente 2, 3, 5 veces más proclives a desarrollar demencia que un normo-oyente. De esta manera, la pérdida de la memoria y el deterioro cognitivo podrían aumentar, cuando el cerebro está obligado a hacer un esfuerzo adicional para interpretar los sonidos que recibe con dificultad. Algunas propuestas consideran que esta relación puede variar cuando la persona con el trastorno auditivo es diagnosticada oportunamente y recibe una adecuada adaptación protésica9. Sin embargo, Wong et al10 afirman que sólo el uso de audífonos no es suficiente para frenar el declive cognitivo en las personas con algún tipo de pérdida auditiva.

Las personas con pérdida auditiva sufren una merma de sus habilidades cognitivas cerca de un 40% más rápido que aquellas que oyen sin dificultad. Los estudios relacionan directamente esa disminución de la función cerebral con el nivel de audición (Figura 2).

Figura 2. Diagrama donde se expresa el efecto de la hipoacusia en la percepción verbal, esfuerzo mental y deterioro cognitivo.

Varias investigaciones4, 9,11,12 afirman que la pérdida auditiva está asociada con una pobre ejecución cognitiva, por lo que contribuye a un declive cognitivo en general y limita el estatus emocional al causar aislamiento social y depresión. Una teoría es que “si el cerebro dedica recursos extra para intentar escuchar lo que ocurre, probablemente le quite recursos a otras partes del cerebro, como el pensamiento y la memoria”. Además de provocar que a las áreas 41, 42 de Brodmann, encargadas de la audición, les llegue menos información auditiva. Algunas propuestas consideran que esta relación puede variar cuando la persona con el trastorno auditivo es diagnosticada oportunamente y recibe una adecuada adaptación protésica 9,13. Atender estas pérdidas con auxiliares auditivos puede aliviar o mejorar la ejecución cognitiva de estos pacientes y favorecer su participación social. Sin embargo, afirman que sólo el uso de audífonos no es suficiente para frenar el declive cognitivo en las personas con algún tipo de pérdida auditiva10. Teniendo en cuenta que cerca del 10 % de las personas mayores de 60 años tienen pérdida auditiva y que hay estudios que concluyen que pasan 7 años desde que un paciente comienza a tener problemas auditivos, hasta que deciden ponerse audífonos, vamos a tener una población de mayores con deterioros cognitivos importantes, si no se corrigen esas hipoacusias a tiempo.

Las conclusiones de una investigación9 realizada en la Universidad de Burdeos con más de 3.700 personas indica que las personas que utilizan este tipo de dispositivos para superar sus problemas de audición obtienen unos mejores resultados en los exámenes psicológicos que evalúan su estado de ánimo y sus habilidades cognitivas. Los resultados de la investigación señalan que las personas con más problemas de audición mostraban también menos habilidades cognitivas y más síntomas depresivos. Por el contrario, las personas que usaban audífonos tenían unas habilidades cognitivas similares a las que no sufrían pérdida auditiva.

En resumen, en la actualidad disponemos de información suficiente para confirmar que la hipoacusia de cualquier tipo, si bien la neurosensorial es la que más se ha estudiado, es uno de los muchos factores que influyen en la aceleración del deterioro cognitivo. También conocemos que la hipoacusia es la tercera enfermedad más frecuente en la llamada tercera edad. El efecto de los tratamientos paliativos de la hipoacusia como los audífonos, implantes cocleares e incluso los simples amplificadores de sonido son capaces de reducir, enlentecer o detener el proceso de deterioro cognitivo.

No debemos olvidar el impacto económico que suponen las ayudas sociales y los costes directos e indirectos para el tratamiento y ayuda de las personas con deterioro cognitivo. Así en un estudio realizado en Australia se evalúa este coste en su población en 302.307.969 millones de dólares australianos por año14.

Todas estas referencias bibliográficas nos deben estimular a realizar estudios de este tipo en la población hispano parlante, en España y con nuestros colegas Ibero-Americanos.

Referencias

  1. Constanza Díaz, Marcos Gooycolea, Felipe Cardemil. Hipoacusia: Transcendencia, incidencia y prevalencia.. Rev. Med. Clin. Condes 2016; 731-739.
  2. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/deafness-and-hearing-loss
  3. Kurella M, Chertow GM, Fried LF, et al. Chronic kidney disease and cognitive impairment in the elderly: the Health, Aging, and Body Composition Study. J Am Soc Nephrol. 2005;16(7):2127-213315888561
  4. Lin FR, Ferrucci L, Metter EJ, An Y, Zonderman AB, Resnick SM. Hearing loss and cognition in the Baltimore Longitudinal Study of Aging. Neuropsychology. 2011;25(6):763-77021728425
  5. Lin FR, Metter EJ, O’Brien RJ, Resnick SM, Zonderman AB, Ferrucci L. Hearing loss and incident dementia. Arch Neurol. 2011;68(2):214-22021320988
  6. Valentijn SA, van Boxtel MP, van Hooren SA, et al. Change in sensory functioning predicts change in cognitive functioning: results from a 6-year follow-up in the Maastricht Aging Study. J Am Geriatr Soc. 2005;53(3):374-38015743277
  7. Gordon-Salant S. Hearing loss and aging: new research findings and clinical implications. J Rehabil Res Dev. 2005;42(4):(suppl 2) 9-2416470462
  8. Frank R. Lin, MD, PhD; Kristine Yaffe, MD; Jin Xia, MS; et al. Hearing Loss and Cognitive Decline in Older Adults. JAMA Intern Med. 2013;173(4):293-299. doi:10.1001/jamainternmed.2013.1868
  9. Amieva H, Ouvrard C, Giulioli C, Meillon C, Rullier L, Dartigues JF. Self-Reported Hearing Loss, Hearing Aids, and Cognitive Decline in Elderly Adults: A 25-Year Study. Journal of the American Geriatrics Society. Volume 63, Issue 10, October 2015, pp. 2099–2104.
  10. Wong LL, Yu JK, Chan SS, Tong MC. Screening of cognitive function and hearing impairment in older adults: a preliminary study. Biomed Res Int. 2014: 852-867. doi: 10.1155/2014/867852.
  11. Salthouse, TA y Meinz, EJ. Aging, inhibition, working memory, and speed. J Gerontol B Psychol Sci Soc Sci. 1995 Nov; 50 (6): 297-306.
  12. Petersen, R; Knopman, D; Boeve, B; Geda, Y; Ivnik, R; Smith, G; Roberts, R and Jack, C. Mild Cognitive Impairment: Ten Years Later. Arch Neurol. 2009 Dec; 66 (12): 1447–1455.
  13. Lin FR, Yaffe K, Xia J, Xue QL, Harris TB, Purchase-Helzner E, Satterfield S, Ayonayon HN, Ferrucci L, Simonsick EM; Health ABC Study Group. Hearing loss and cognitive decline in older adults. JAMA Internal Medicine. 2013. Volume 173, 4; pp. 293-299.
  14. Hosking DE, Anskey KJ. The Economics of Cognitive Impairment: Volunteering and Cognitive Function in the HILDA Survey. Gerontology. 2016;62(5):536-40. doi: 10.1159/000444416.