ORL

Sin recurrir a exploraciones complementarias

ISBN: 978-84-09-13648-3
Editor: Carlos Escobar Sánchez

Drs. Francisco Piqueras, Vania Novoa, Ana Amores y Purificación González (Murcia)

El paciente con halitosis

Introducción

La halitosis (o bromopnea) se define como fetidez o mal olor del aire espirado, y es un síntoma y/o signo muy común que sólo merece consideración patológica cuando persiste a pesar de una adecuada higiene bucodental. En estos casos, solo muy ocasionalmente constituye un síntoma aislado que motive "per se" la consulta médica ya que, habitualmente, acompaña a otros síntomas característicos de la enfermedad causal.

Estrategia diagnóstica

Siempre es necesaria una meticulosa anamnesis que con frecuencia orienta hacia el origen del problema.

Tomando exclusivamente en consideración los hallazgos de la exploración física ORL distinguimos dos apartados:

Con evidencia de patología que justifica la sintomatología:

Hay que considerar la patología dental, fundamentalmente caries, periodontitis y/o gingivitis; las calcificaciones de la placa bacteriana y la malposición dental originan recesos difíciles de limpiar que propician la retención y ulterior fermentación de los alimentos. Desconfiar de los implantes y las prótesis que, aún cuando presenten un buen aspecto, podrían estar en relación con la halitosis.

Del mismo modo, hay que tener en cuenta también:

Las lesiones de la mucosa oral, faríngea, laríngea o nasal, habitualmente de naturaleza tumoral o infecciosa, sobre todo las de tipo ulceronecrótico, aunque en ocasiones pueden ser quísticas. En estos casos es primordial establecer un diagnóstico histopatológico y microbiológico.

Las amígdalas con criptas hipertróficas que fácilmente retienen gran cantidad de caseum fétido. Es una situación muy común en los adultos, que con frecuencia se muestran preocupados y algo obsesionados por el moteado blanquecino de sus amígdalas.

Las sinusitis crónicas que evolucionan de forma paucisintomática y que se revelan en la exploración física otorrinolaringológica al objetivarse drenaje purulento por el meato medio o superior.

Las adenoiditis crónicas, afecciones frecuentes en el niño que habitualmente se acompaña de obstrucción nasal, rinorrea mucopurulenta y/o otitis seromucosa.

El ocena, enfermedad extremadamente rara que se caracteriza por una atrofia de la mucosa nasal que conlleva un aumento de volumen de las fosas nasales y la pérdida de su capacidad de autolimpieza con la consiguiente retención posterior infección de las secreciones.

Los cuerpos extraños alojados en fosas nasales o rinofaringe que ocasionalmente suelen presentarse en niños o en pacientes con importante alteración de su capacidad psíquica, lo que provoca dilatadas demoras en su diagnóstico.

Sin evidencia de patología que justifique la sintomatología:

En primer lugar, puede tratarse de pacientes con mala higiene de cavidad oral sin otras alteraciones acompañantes. Debe investigarse siempre los hábitos de higiene bucodental.

Igualmente, debe pensarse en los divertículos esofágicos ante la existencia de regurgitación y disfagia acompañantes.

De igual manera, el reflujo gastroesofágico es una afección muy común que suele cursar con halitosis, presentándose con frecuencia de manera engañosa , ya que síntomas cardinales como la pirosis y la regurgitación pueden estar ausentes.

Por lo demás, se dan otras afecciones digestivas que pueden causar halitosis: la estenosis pilórica, la obstrucción intestinal y las fístulas gastrocólicas; en éstas, la halitosis, a pesar de ser muy llamativa, pasa a un segundo plano ante la gravedad general del cuadro.

Por otra parte, aparecen en enfermedades pulmonares como las bronquiectasias, el absceso de pulmón o el carcinoma broncogénico que conlleven la expectoración de material purulento.

Se da, igualmente, esta afección en las alteraciones metabólicas, tales como diabetes, insuficiencia renal, insuficiencia hepática (fetor hepático), las intoxicaciones por arsénico o cianuro y el consumo de determinados fármacos.

También aparece halitosis en relación con ciertos hábitos como el consumo de alcohol, tabaco o determinados alimentos.

Las anomalias cualitativas en la percepción de los olores se corresponden con lesiones centrales que se manifiestan como parosmias (identificación errónea, generalmente desagradable, de un estimulo olfatorio) o alucinaciones olfatorias (en el contexto de una crisis epiléptica o como una crisis olfatoria aislada).

Finalmente, hay que considerar que cualquiera de las afecciones anteriores han podido pasar desapercibidas en el estudio inicial, y por tanto hay que revaluar periódicamente al paciente en los casos de que no sea posible establecer un diagnóstico.