ORL

Sin recurrir a exploraciones complementarias

ISBN: 978-84-09-13648-3
Editor: Carlos Escobar Sánchez

Dr. Jesús Cabra (Ciudad Real)

Los acúfenos

Definición

El acúfeno es una percepción auditiva ilusoria, es decir no asociada a una estimulación externa sonora o eléctrica. Según que autores debe tener alguna característica añadida: una duración mayor de cinco minutos cada presentación, no relación a la exposición aguda a sonidos fuertes, etc.

Desde un punto de vista fisiopatológico el acúfeno está causado por la actividad espontánea del sistema auditivo derivada de un estado anormal de activación o de inhibición del mismo.

Las percepciones auditivas que tienen una fuente sonora objetivable como son las malformaciones vasculares, quemodectomas, mioclonus de paladar o tímpano, se denominan somatosonidos y en la práctica clínica se han de tener presentes cuando se aborda el diagnóstico de un acúfeno.

Etiología

El acúfeno no es una enfermedad, sino un síntoma con múltiples causas posibles. Las más frecuentes son los procesos otológicos: traumatismos acústicos crónicos o agudos, enfermedad de Meniere, presbiacusia, otosclerosis, otitis, sordera súbita o schwanoma vestibular. Hay que considerar también enfermedades neurológicas (enfermedades desmielinizantes, traumatismo cervical o craneal, migraña, epilepsia), infecciosas (sífilis, meningitis, tuberculosis), endocrinológicas (diabetes, hipo e hipertiroidismo), autoinmunes, arteriosclerosis y toma de fármacos ototóxicos.

Los somatosonidos pulsátiles aparecen en malformaciones vasculares como las fístulas arterio-venosas o en los quemodectomas timpánicos o yugulares, aunque en ocasiones pueden ser un síntoma de soplos arteriales o venosos no patológicos. Cuando no son sincrónicos con el latido cardiaco suelen ser debidos a espasmos de la musculatura timpánica o palatina.

Anamnesis y exploración

La historia y exploración básica de un paciente con acúfeno persigue los siguientes objetivos:

  1. Detectar o sospechar una enfermedad causal tratable o potencialmente grave,
  2. Evaluar la repercusión en la vida diaria (y en el sueño) del paciente y
  3. Elaborar un plan individual de diagnóstico y tratamiento.

Mediante la anamnesis hemos de caracterizar el acúfeno: su patrón temporal (tiempo de evolución, periodos asintomáticos, inicio súbito o progresivo), localización (uni o bilateral), intensidad subjetiva, aproximación a la frecuencia, y su carácter pulsátil o no.

Necesitamos precisar si hay síntomas acompañantes auditivos o vestibulares. La hipoacusia (presente en un 50 a 85%), su tipo y modo de presentación son de especial utilidad diagnóstica. También es muy orientativo conocer si existe plenitud ótica, vértigo, hiperacusia, otorrea, otalgia u otros síntomas otológicos.

Se debe investigar los antecedentes personales del paciente dado que un acúfeno puede ser un síntoma de enfermedades generales, como se ha comentado. Además, están relacionadas con la aparición del acúfeno la exposición a fármacos o sustancias ototóxicas, cirugía otológica previa y antecedentes infecciosos (tuberculosis, sífilis parotiditis…), entre otros.

Finalmente, se debe preguntar sobre antecedentes familiares de hipoacusias genéticas no sindrómicas.

Con los datos obtenidos en la historia clínica podremos ser capaces de reducir las posibilidades diagnósticas y decidir que prueba adicional tendrá más utilidad. Los valores predictivos de cualquier prueba diagnóstica dependen de la “probabilidad pre-prueba”. La sospecha diagnóstica fundada en la historia clínica selecciona los pacientes con más probabilidades de padecer la enfermedad considerada y hace aumentar el rendimiento diagnóstico un test pedido apropiadamente. Esto es especialmente importante al valorar a un paciente con acúfenos. No hay apenas información basada en “evidencias” para fundamentar que pruebas diagnósticas tienen mayor utilidad. Sólo la otoscopia y la audiometría tonal, pruebas muy accesibles y de bajo coste, se deben realizar a todos los pacientes.

Así pues, un paciente joven con acúfeno e hipoacusia neurosensorial unilaterales necesitará una prueba de imagen ante la sospecha de schwanoma del VIII par. Por otro lado, una persona mayor con acúfeno e hipoacusia bilaterales probablemente padezca una presbiacusia y no necesitaría más que la exploración audiológica.

La historia clínica debe evaluar la repercusión del acúfeno en la vida del paciente. Debemos conocer cómo le afecta para las actividades cotidianas, capacidad de concentración y sueño. Los cambios en la forma de vida inducidos por el acúfeno nos informan sobre la gravedad de éste. También indagaremos sobre los prejuicios y temores infundados, pues su desactivación será parte del plan de tratamiento (y en ocasiones el único tratamiento)

En resumen, la historia clínica bien realizada nos indica que prueba diagnóstica es de utilidad en cada caso y que plan de tratamiento necesita el paciente, bien sea una adecuada información sobre su padecimiento, un tratamiento especifico de la causa del acúfeno o bien la asistencia en unidades especializadas en este síntoma.