ORL

Sin recurrir a exploraciones complementarias

ISBN: 978-84-09-13648-3
Editor: Carlos Escobar Sánchez

Dr. Tomás Esteban (Cartagena)

Las parestesias faríngeas

Las parestesias faríngeas se presentan como una alteración de la sensibilidad, con una sintomatología poco definida, variable y reincidente. Debemos pensar en este diagnóstico ante cualquier persona que se presente en la consulta refiriendo síntomas como hormigueo, pinchazos, prurito, presión, quemazón, sensación de cuerpo extraño y bolo faríngeo entre otros, sin una patología infecciosa aguda, tumoral o un cuerpo extraño que los justifique.

Anamnesis

La clave para un buen diagnóstico está en realizar una anamnesis meticulosa y dirigida, ya que la vaguedad de los síntomas obligará a ello. Debemos concretar la localización y las características de los síntomas, así como la relación con la ingesta de alimentos, intentando saber las situaciones que le ocasionan empeoramiento; también debemos preguntar por remisiones espontáneas e indagar sobre las veces que ha consultado por esta patología y si algún tratamiento le ha mejorado la sintomatología.

Hay que entender que son pacientes que vienen asustados, con ansiedad por la sintomatología que arrastran desde hace mucho tiempo y que a veces han sido vistos por un médico que no les ha encontrado patología, poniendo en duda la veracidad del cuadro, lo que les hace desarrollar cancerofobia la mayor parte de las veces. Habitualmente no es patología que se consulte rápidamente tras el inicio de los síntomas, no obstante, a veces el paciente con un carcinoma faringo-laríngeo tampoco consulta pronto, de ahí que este dato no debe servir para descartar la patología neoplásica maligna. Dado que la patología no se cura y reaparece, suelen ir a todas las consultas de otorrinolaringología que estén a su alcance.

Es importante preguntarles por sintomatología digestiva, sobretodo el reflujo gastro-esofágico, porque puede ocasionar alteraciones en la mucosa faringo-laríngea que justifiquen las parestesias. Son pacientes que presentan tos crónica y carraspeo frecuente para intentar eliminar la irritación faríngea, ocasionando empeoramiento de la clínica.

Esta patología podemos encontrarla a cualquier edad, predominando en mujeres entre los 35 y los 50 años y comienza a veces con el relato de una sensación de cierre faríngeo correspondiendo con el perfil de los pacientes con bolo faríngeo. Estos realizan repetidas maniobras de deglución para intentar resolver la sensación de ocupación faríngea, agravándose los síntomas. En otras ocasiones son pacientes que comen perfectamente, mejorándoles la sintomatología con la ingesta. Otros pacientes relatan dolor intenso relacionado con la deglución, teniendo que descartar patología neurálgica del nervio glosofaríngeo.

En otras ocasiones, nos encontramos un paciente con un perfil psíquico de depresiones y nos relata múltiples somatizaciones en otras partes del cuerpo, ello nos ayudará a pensar en el diagnóstico. También es frecuente que se acentúe la sintomatología de las parestesias en situaciones de estrés y ansiedad.

Toda esta diversidad de presentaciones constituyen las parestesias faríngeas, donde se incluye sintomatología muy variada y repetitiva a nivel faríngeo, que puede tener una patogenia multifactorial.

Exploración

La exploración debe ir dirigida a diagnosticar las diferentes patologías que pueden ocasionar las parestesias faríngeas. Determinadas alteraciones en cavidad oral pueden constituir la etiología, de ahí que revisaremos con detenimiento la mucosa yugal, el paladar, la lengua, los dientes, las amígdalas y la pared posterior de orofaringe. Evidenciar signos de amigdalitis crónica con caseum o secreción a la expresión amigdalar puede darnos el diagnóstico. Cuando exploremos la región amigdalar debemos comprobar puntos dolorosos a la palpación a nivel del surco gloso-amigdalino que nos dará la pista de una patología estiloidea. El ajuste de la mordida y la palpación de las articulaciones témporomandibulares, buscando resaltes a la movilidad o dolor a la palpación de las mismas, podría justificar la etiopatogenia de las parestesias. Hay que descartar patología oncológica en las distintas estructuras de la cavidad oral y de la faringe.

La revisión de fosas nasales debe servir para diagnosticar posibles rinitis crónicas, con rinorrea posterior evidenciada por orofaringe, que obligará al paciente al carraspeo y a perpetuar la sintomatología.

A nivel cervical debemos revisar las cadenas ganglionares para descartar tumoraciones, también hay que palpar la musculatura que puede presentar contracturas que podrían ocasionar la sintomatología, así como buscar puntos dolorosos en la palpación laríngea tiro-hioidea para diagnosticar algunas neuralgias de pares craneales como la del nervio laríngeo superior rama sensitiva del nervio vago.

Dentro de la exploración no debe faltar la fibroendoscopia que nos permitirá revisar el estado de los tres pisos faríngeos y de la laringe, pudiendo encontrar una mucosa faríngea seca o hipertrófica que ayudará al diagnóstico etiológico. Tampoco es raro encontrar una hipertrofia de la amígdala lingual, asociada o no, a una ausencia de amígdalas palatinas. La valoración de la laringe nos servirá para confirmar o descartar la presencia de signos de reflujo gastro-esofágico o de lesiones crónicas glóticas y la ausencia de patología oncológica o infecciosa aguda.